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A. 025 (1998 - 2002)
Resumen técnico Institución acreditadora Secretaría de Ciencia y Tecnología. Universidad Nacional de Rosario Resumen Hacia fines de los ochenta, y en el marco de los grandes procesos de transformación de fin de siglo (caída del muro de Berlín, crisis y debacle del Estado de Bienestar, la caída de la tensión entre los dos grandes bloques de poder mundial, etc.) queda definitivamente instalado un proc eso de globalización económica que ya tuvo sus inicios en los años 60, donde las políticas de desarrollo industrial y comercial, en las que el capital internacional adopta un papel protagónico, provocan grandes desequilibrios en las estructuras regionales de los países. Al comienzo actúa a nivel demográfico un doble proceso de descentralización y redistribución centrípeta generalmente no ac ompañado por una política de inversión en equipamiento, servicios e infraestructuras produciendo una considerable reducción del nivel general de vida urbana. Posteriormente esto se contrastará con la radicación de instalaciones megas estructurales, productivas y comerciales, de capital mundial y local interesados en la oferta de la gran extensión, el bajo costo de la tierra y la fácil accesibilidad. Estos acontecimientos, cada vez más abundantes por un lado, y por otro los registros de una pobreza en aumento, generan en el territorio próximo a la ciudad una extraña y vital condición de “periferia”. El desarrollo o explosión de lo urbano hacia el territorio, basado en la dispersión, segregación y fragmentación de la ciudad, supone un cambio radical tanto en los temas como en los lugares que ha de abordar la arquitectura actual. Pareciera entonces que se hace nec esario un debate c onceptual, donde este proceso dinámico, debe ser recorrido al mismo tiempo en su casi “inasibilidad” y considerando la potencialidad que ofrece, como campo y repertorio de nuevas experiencias. Distintas corrientes de pensamiento ensayan conceptualizaciones sobre estos fenómenos, donde disciplinas diversas exploran la maleabilidad del territorio. Se advierte que la cultura de la época está signada por la ausencia de las condiciones fuertemente dramáticas de la “modernida d”, por la innecesariedad de los sistemas de interpretación y de los grandes relatos, por el fin de las utopías, por la desaparición del concepto de “totalidad”, de las referencias históricas y de lo “universal” como verdad de lo particular. La “unidad” ha perdido todo significado ético y moral, se han perdido también las ideas de lo perm anente, de lo exacto, lo placentero, lo integral. El tiempo no posee entidad, ya no se puede explicar el después en función del antes. Esta época es por exceso “sobrem oderna”. Exc eso de tiempo, aceleración de la historia, exceso de acontec imientos, exceso de espacio - estrec hez del planeta-, exceso de indi viduo, del ego. La realidad no es más homogénea, sino heterogénea, inmaterial, invisible, ilegible, deformada, eventual, imperfecta, efímera, azarosa, compleja, turbulenta, fragmentada, discontinua, y a su vez, paradojalmente, ha sido apropiada por los medios de comunicación, cuyo rol protagónico alerta acerca de los márgenes de legitimidad de los sistemas de representación (políticos, justicia, movimientos sociales, proyectos colectivos, etc.). En este estado de cosas, los valores tradicionales como el orden, la estabilidad, la seguridad, la comodidad, la certeza y sus representaciones, pueden ser superadas por los acontecimientos. Los intentos de “resistencia” aparec en como extem poráneos y estériles en su pretensión de una entidad ética y moral. Poner en circulación el descontento, “liberar” la negatividad no se trata de un rechazo nostálgico de lo que ocurre, sino de producir una crítica interior a la práctica del arte en sí mismo, que siendo más virulento que el mismo sistema, ofenda al sistem a y lo desestabilice de su c ondición de “bella situación” en la que está. Liberar la negatividad al límite del sincretismo, como riesgo que debemos correr hacia una reflexión que sea más espesa, más contradictoria, más densa. Una marcada tendencia a la desaparición de los proyectos colectivos (asociados fuertemente al concepto de utopías, de prácticas sociales participativas y compromisos comunitarios), le cederá espacio a la idea de individualidades. El fenómeno de globalización, en una perspectiva liberal y a menudo neoc onservadora, desplazará el eje sociopolítico para analizar los proyectos sociales, cobrando relevancia el fenómeno económico. Al fenómeno temido y desestructurante de la hiperinflación, le seguirá la estabilidad económica, donde las políticas de ajuste tendrán su correlato en el fenómeno de la desocupación, el proceso de reforma del estado y las privatizaciones. El estilo político de las privatizaciones, a través de un abuso en el empleo de decretos de necesidad y urgencia, deteriora el régimen político, empobreciendo la calidad de la democracia, que en vías de consolidación, permitió que se transparentara un mapa de la ciudadanía donde se podrían colorear las distintas calidades de ciudadanos. Se comienza a hablar de ciudadanías de “ baja intensidad “, que se enmarcan en una democracia de tipo formal representativa, más delegativa que participativa, que a menudo es aprovechada por los representantes para beneficios personales más que sociales, olvidando el mandato para el cual han sido elegidos. Producto de esta crisis de representatividad las cuotas de participación social se reducirán a niveles preocupantes. En Rosario, muy particularmente, la agudización de la crisis social, el fenómeno de la hiperinflación, los estallidos sociales y la agudización de la pobreza, evidenciará el fenómeno de la exclusión social, donde grandes sectores sociales otrora incluidos en el sistema, serán desplazados, y en forma de emergencia deberán ser atendidos por un Estado Benefactor, cuya crisis y debacle se visualiza a partir de los nuevos roles que deberán cum plir los municipios. Otrora administradores, ahora deberán p ensar en términos de estrategias de sobrevivencia y nuevas formas de asistencialidades. Esto también implica un corrimiento de los sectores medios empobrecidos (o también llamados “nuevos pobres”) hacia la periferia. |